Para que un viaje sea agradable, tiene que ser seguro y cómodo. La clave está en la organización, desde el momento en que elijo la aerolínea, el horario del vuelo y el asiento.
- Invierto en la aerolínea que me da confianza. Prefiero viajar en horarios que no me obliguen a madrugar. Personalmente, elijo un vuelo nocturno o uno en el día, antes de tener que pasar la noche en vela y ver amaneceres en el aeropuerto, eso no me viene bien.
- Hago el check in. Ir con tiempo siempre me tranquiliza. Además, muchos aerolíneas permiten elegir el asiento, y eso me encanta. Si escojo una salida de emergencia, me aseguro de que éstos puedan reclinarse; de lo contrario opto por otra fila y de preferencia la ventana pero eso sí, nunca, cerca de los baños.
- Tengo una balanza a la mano no quiero pagar sobrepeso o desarmar maletas al pie del counter. Coloco etiquetas especiales en la que estén claros mis datos y tirillas de seguridad que las coloco antes de despachar el equipaje.
- Me visto en capas: pantalones holgados, evito escotes, llevo siempre un suéter, zapatos que sean cómodos.
- En el bolso de mano, además de productos de higiene personal, no faltan en mi neceser la crema hidratante para rostro y manos, chapstik y colirio; si es un vuelo transatlántico, almohadilla cervical y un antifaz.
- Entretenimiento electrónico: Celular, pila extra, audífonos, Kindle con opciones de libros para leer, por lo general me gusta las historias noveladas de personajes representativos de los lugares a donde voy. Laptop para escribir o ver películas.
- Para comer, siempre llevo una mezcla de frutos secos.
- Programo una buena actitud, dispuesta a ser flexible ante los contratiempos. Abro la ventana y sueño despierta; o si la cierro, sueño de verdad… solo me queda disfrutar del viaje y no tener miedo a volar.

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